lunes, 18 de agosto de 2008
La última curda
Lastima, bandoneón,
mi corazon
tu ronca maldición maleva...
Tu lágrima de ron
me lleva
hasta el hondo bajo fondo
donde el barro se subleva.
¡Ya sé, no me digás! ¡Tenés razón!
La vida es una herida absurda,
y es todo tan fugaz
que es una curda, ¡nada más!
mi confesión.
Contame tu condena,
decime tu fracaso,
¿no ves la pena
que me ha herido?
Y hablame simplemente
de aquel amor ausente
tras un retazo del olvido.
¡Ya sé que te lastimo!
¡Ya sé que te hago daño
llorando mi sermón de vino!
Pero es el viejo amor
que tiembla, bandoneón,
y busca en el licor que aturda,
la curda que al final
termine la función
corriéndole un telón al corazón.
Un poco de recuerdo y sinsabor
gotea tu rezongo lerdo.
Marea tu licor y arrea
la tropilla de la zurda
al volcar la última curda.
Cerrame el ventanal
que quema el sol
su lento caracol de sueño,
¿no ves que vengo de un país
que está de olvido, siempre gris,
tras el alcohol..?
Música: Aníbal Troilo
Letra: Cátulo Castillo (foto)
Uno de esos tangos que escuchamos desde chicos y que, como otros, a medida que crecemos nos dice más cosas. Escrito en 1956, pronto se convirtió en un clásico inevitable a la hora de los racontos.
A mí, particularmente, me hace temblar entero cada vez que lo escucho y es suficiente...
El video es de Edmundo Rivero, con anécdota y todo. No pongo más videos, ni cantantes porque hay a montones.
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